Seamos francos. Por nuestros padres haríamos cualquier cosa. Esas personas que nos han cuidado desde que tenemos conciencia. Que nos han cambiado, dado de comer, vestido. Nos han hecho reír, mucho. Y ahora, en ocasiones nos hacen llorar. Cuando en la unidad familiar se empieza cuidar de una persona que, hasta ahora, era autónoma, es normal que se produzcan cambios que requieren un gran esfuerzo por parte de sus miembros. Es momento de adaptarse a una situación que sabíamos (o al menos, esperábamos) que iba a llegar.
Tus padres no sólo se han hecho muy mayores para vivir solos, sino que ya no son tan capaces como antes de tomar sus propias decisiones. Es normal que a su edad piensen solo en sí mismos y en sus propias necesidades. Les cuesta mucho esfuerzo ponerse en tu lugar, ya que por la educación recibida, para ellos es lo más normal del mundo que un hijo se ocupe de sus padres cuando son mayores.
Hasta ahora, y ante el crecimiento de empresas como mSoluciona, que ha puesto en boga los cuidados de nuestros mayores como un servicio empresarial más al que acudir, el papel del cuidador ha pasado desapercibido. La visión social que lo entendía como una obligación familiar se ha traducido en el poco reconocimiento o apoyo que esta labor requiere.
Pero la vida ha cambiado. Trabajamos todo el día. Tenemos nuestra propia familia y, además, la creciente movilidad ha creado una distancia geográfica y emocional con nuestros padres mayores a la que es difícil hacer frente cuando los problemas comienzan. De hecho, debido a la crisis vivida en estos últimos años, la movilidad geográfica se ha hecho cada vez más común para millones de personas en el mundo. El número de personas desplazadas desde que comenzó el 2000 se duplicó en tan solo diez años. Un estudio de la Naciones Unidas y la OCDE cifra en alrededor 232 millones los migrantes internaciones de 2014.
No es extraño tener un familiar próximo que asuma todo el peso y la organización del cuidado, mientras que otro se encuentra lejos. Hoy, es más sencillo que antes mantener las relaciones familiares a distancia gracias a la tecnología. Sin embargo, numerosos estudios confirman que ni siquiera Skype remplaza la identificación, la sensación de estar juntos, tal como ocurre en las relaciones diarias con las personas cercanas. El contacto personal marca la gran diferencia.
Actualmente, se reconoce cada vez más la importancia que tiene para la persona dependiente permanecer en su entorno familiar evitando de este modo una situación de desarraigo. El cuidado de una persona dependiente crea en nosotros distintos cambios en muchos ámbitos: en nuestras relaciones familiares, laborales, económicas, en nuestra salud y en nuestro ocio y tiempo libre.
En este contexto, y dado que se estima que la población más anciana se duplicará para el año 2030, los investigadores se muestran alarmados ante la posibilidad de una crisis de atención.
Contenidos
- Cuidado de personas mayores. Cuando el intercambio de roles se hace real
- Cuando no hay tiempo material para dedicarte a lo realmente importante
- ¿Qué quiere realmente la persona dependiente?
- La enfermedad de mis padres está afectando a mi relación de pareja
- Hábitos de vida saludables para los cuidadores de personas dependientes
Cuidado de personas mayores. Cuando el intercambio de roles se hace real
Somos su hijo o su hija. Somos su marido o su mujer. O su sobrino. Pero también somos su cuidador. En esta situación, se pueden crear conflictos entre los distintos miembros de la familia, ya que no todos serán capaces de entender la situación de la misma manera y tampoco van a querer llevar la misma responsabilidad, lo que crea situaciones injustas. Esto se traduce en choques, discusiones, fallos de comunicación. Es este contexto, es importante crear una comunicación abierta donde los deseos y necesidades se crucen con la necesidad de estar unidos ante una situación de estas características. Ser abierto y flexible se hace necesario.
Cuando no hay tiempo material para dedicarte a lo realmente importante
En ocasiones, es inevitable pensar en una reducción de la jornada laboral para poder tener tiempo para el cuidado de personas mayores, lo que conlleva mayores problemas económicos. En este aspecto, el cuidador deja de pensar en sí mismo y sus necesidades. Además, se generan sentimientos de tristeza, depresión e irritabilidad. Una mente llena de preocupaciones puede alentar la depresión.
En una reciente investigación de la Universidad de Pittsburgh, se descubrió que las personas mayores que cuidaban enfermos y manifestaban sentirse agotadas física o psicológicamente como consecuencia de sus obligaciones, tenían un 63% más de probabilidades de morir de forma prematura que los que no cuidaban a nadie.
Además, el cuidado de enfermos tiene consecuencias muy tangibles en el organismo. Levantar a un anciano de la cama puede producir lesiones. Los síntomas de artritis y presión alta pueden agravarse a medida que los que se ocupan de enfermos se descuidan a sí mismos.
Sera necesario, en este punto, adoptar hábitos de vida saludables. Hay formas de hacer que la carga sea más liviana. Los grupos de apoyo, por ejemplo, evitan el aislamiento. Los programas de atención diurna de adultos proporcionan alivio. Hacer ejercicio de forma regular reduce la presión, el estrés y la depresión. Por el contrario, si dejamos de cuidarnos, se deja de cuidar tanto de la persona dependiente como de sí mismo. Las empresas de ayuda a domicilio cuentan con un papel importante en este aspecto.
¿Qué quiere realmente la persona dependiente?
Cuando estas personas mayores no están para vivir solas, lo normal es que tampoco lo estén para decidir si necesitan a una persona que les ayude en casa. Lo normal es que no quieran trasladarse a una residencia de ancianos y prefieran quedarse en el propio hogar, como muestra el estudio ‘Primero las personas: Cuidar como nos gustaría ser cuidados’ que la Obra Social la Caixa y Matia Instituto Gerontológico realizaron el pasado junio. Sin embargo, cuando el cuidador es un familiar, tendrán que aceptar también sus condiciones. “Al igual que hicieron tus padres cuando erais pequeños, ahora tú y tus hermanos tenéis que decidir lo mejor para ellos. Tu pareja también es una pieza fundamental del puzle a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión que os afecta a ambos.” Es normal que a su edad piensen solo en sí mismos y en sus propias necesidades. En ocasiones, les cuesta ponerse en el lugar del cuidador, porque por la educación que han recibido, lo normal es que los hijos se ocupen de sus padres cuando son mayores.
La enfermedad de mis padres está afectando a mi relación de pareja
Según la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), el cincuenta por ciento de los cuidadores de enfermos o personas mayores puede llegar a sufrir depresión o ansiedad, por lo cual las relaciones de pareja se ven afectadas.
En este punto, es necesario asumir y aceptar ese sentimiento de pena y compartirlo con las personas que te quieren. De esta forma, podrán apoyarte y comprenderte. Es la opción más fácil para entender esos continuos cambios a mal humor que suelen aflorar en estas situaciones.
Hábitos de vida saludables para los cuidadores de personas dependientes
Como hemos dicho anteriormente, es necesario que el cuidador adopte hábitos de vida saludables. En este punto, deberá centrarse tanto a nivel físico como a nivel social. Cuidar cuerpo y mente es vital para estar sano.
Seguir un control médico, controlar el peso, hacer ejercicio es tan importante como dedicar el tiempo necesario para las actividades del ocio y tiempo libre, así como a pasar tiempo con tus amistades.
Antes esta nueva situación, los familiares pasan por una serie de fases hasta adaptarse a su nueva vida. No todas las personas pasan por todas las fases ni de la misma forma. En líneas generales, encontramos cuatro fases de adaptación:
- Negación: es normal negar las evidencias de la nueva situación de la persona dependiente como modo de huir de la angustia que provoca. Esta fase suele ser temporal.
- Búsqueda de información: cuando se empieza a ser consciente de la situación, se comienza con el proceso de afrontamiento. Se busca toda la información necesaria y es normal notar una pérdida del control de la situación, manifestando sentimientos que van desde la tristeza al enfado.
- Reorganización: es necesario aprender a exteriorizar esos sentimientos negativos. Si esto no se hace, estos sentimientos pueden persistir e incluso intensificarse o puede que la persona aprenda a trabajar con ellos de forma adaptativa.
- Resolución: los cuidadores se adaptan a la nueva situación sintiéndose más capaces de atender a las necesidades de la persona cuidada. Podemos decir que en esta fase se aprende la importancia de “cuidarse para cuidar”.
Cuidar de personas dependientes es muy difícil tanto a nivel físico como emocional. Por eso, es importante contar con ayuda externa. mSoluciona Castellana es la empresa líder en el cuidado de mayores en Madrid. Cuenta con nosotros para las cosas importantes.